Este documento tiene como objetivo introducir algunos conceptos claves para el análisis de la relación entre economía y medio ambiente, tratando de enfocar especialmente los instrumentos desarrollados por la economía para el análisis de los problemas ambientales. No se pretende ser exhaustivo en el análisis de estos instrumentos, pero sí se espera brindar un enfoque general que permita identificar los bienes y servicios ambientales de manera particular y diferente de otro tipo de bienes y servicios comunes en la economía. El anterior enfoque permitirá analizar las razones por las que muchas decisiones económicas, tanto del lado de la producción como del consumo, han provocado impactos negativos sobre el sistema ecológico. Se concluye con una reflexión acerca de los costos y beneficios de la insostenibilidad, y las restricciones que esta distribución particular de costos y beneficios impone para el logro de la sostenibilidad.
EL SISTEMA ECONÓMICO Y EL SISTEMA ECOLÓGICO
Tradicionalmente, el análisis del problema económico se limita al estudio de las relaciones económicas entre los agentes involucrados identificados, principalmente, como productores y consumidores o como compradores y vendedores, tanto de bienes y servicios como de factores de la producción. No existe consideración explícita del sistema ecológico, a pesar de que, por un lado, es el proveedor de insumos al sistema económico, y por otro, funciona como sumidero de desechos, los cuales son el resultado del sistema económico.
Si se toman en cuenta estos elementos, el sistema económico forma parte de un sistema mayor que podemos denominar el sistema ecológico. Esta consideración permite identificar las relaciones entre ambos sistemas, al tomar en cuenta especialmente las siguientes interrelaciones:
- El sistema ecológico sirve como proveedor de insumos (combustibles, materia, energía) los cuales son utilizados en la producción de bienes y servicios.
- El sistema ecológico funciona como sumidero de desechos, los cuales son expulsados por el sistema económico como resultado de procesos de producción y consumo.
- El sistema ecológico proporciona bienes y servicios naturales, los cuales son demandados por la sociedad. Lo anterior se refleja en el hecho de que los miembros de la sociedad están dispuestos a pagar algún monto determinado por el uso de esos bienes y servicios (recreación, consumo directo, consumo indirecto, existencia, etc.).
De esta "alianza" entre el sistema económico y el sistema ecológico, se obtienen gran cantidad de beneficios (producción, consumo, recreación, etc.). Sin embargo, existe la posibilidad de que si esta relación no se da adecuadamente, el ecosistema puede deteriorarse. Esto se daría si el sistema económico hace una utilización del sistema ecológico tal que:
- El nivel de utilización de los recursos o servicios ambientales es superior al nivel de regeneración natural.
- El nivel de producción de desechos es mayor que el nivel de asimilación por parte del ecosistema.
Lastimosamente, esta dinámica es la que ha marcado la pauta en los procesos de desarrollo impulsado en nuestros países, ya que las decisiones de producción, consumo y explotación se toman desde el sistema económico (producción y consumo) y de manera individual, es decir, sin considerar el efecto que esas decisiones pueden tener sobre otros agentes de la sociedad (sean estos de presentes o futuras generaciones) y sobre la sociedad en su conjunto.
LAS FALLAS DEL MERCADO Y LA ASIGNACIÓN INEFICIENTE DE LOS RECURSOS
La dinámica de deterioro del ecosistema provocada por decisiones de producción y consumo, se da principalmente porque el mercado no siempre cumple de manera eficiente con su función de asignador de recursos desde el punto de vista social. Algunas decisiones tomadas con criterio privado no siempre corresponden con el óptimo social, lo cual se da por el hecho de que existen externalidades en los procesos de producción y consumo.
Una externalidad (negativa) existe cuando se dan las dos condiciones siguientes:
- Una actividad de un agente provoca una pérdida de bienestar de otro agente.
- Esa pérdida de bienestar no está compensada
Por lo tanto, si los que toman las decisiones son aquellos agentes que están provocando la externalidad (lo cual significa que la decisión responde al óptimo privado), esa decisión no sería la óptima desde el punto de vista social ya que no considera el costo externo que esta decisión está provocando sobre otros agentes de la sociedad. La existencia de este fenómeno lleva a que se produzcan mayores cantidades de los bienes y servicios que provocan la externalidad; se venderán a precios menores y se producirá un mayor nivel de contaminación que el deseado socialmente. A este fenómeno se le conoce como una "falla de mercado".
LA "INTERNALIZACIÓN" DE LAS EXTERNALIDADES
¿Puede ser corregida esta falla del mercado? ¿Puede el óptimo privado coincidir con el óptimo social?.
Para que el óptimo privado coincida con el óptimo social, es decir, para que las decisiones individuales (privadas) correspondan con aquéllas óptimas desde el punto de vista social, se requiere un proceso de "internalización" de las externalidades. El mismo podría darse por negociación directa entre las partes involucradas o por intervención gubernamental. En el primer caso, podría suponerse que si los beneficios del agente que está provocando la externalidad son mayores que los costos del afectado, el primero podría compensar al segundo por los daños causados y aún así obtendría un beneficio neto positivo. En el caso contrario (cuando los beneficios del causante de la externalidad son menores que los costos del afectado), la compensación no tendría sentido, lo cual llevaría a que no se produzca la externalidad. Este tipo de negociaciones, sin embargo, han sido poco común en la práctica. En el caso de la intervención gubernamental se pueden mencionar los siguientes mecanismos:
- El establecimiento de impuestos a la contaminación (o a la actividad causante de la degradación ambiental). Tal es el caso, del establecimiento de impuestos a la gasolina con el objetivo de prevenir la contaminación; o por otro lado, de tener recursos para "limpiarla" una vez que la misma se ha provocado (a través de la reforestación en este caso, como mecanismo de purificación del aire).
- El establecimiento de estándares de contaminación, combinados con castigos por no cumplimiento. Este es el caso de las regulaciones impuestas al beneficiado de café, las cuales, de no ser cumplidas provocarían una serie de sanciones que llevarían incluso al cierre de los beneficios.
- Permisos negociables de contaminación. Mediante este mecanismo la autoridad ambiental competente establece un nivel de contaminación máximo y asigna a los agentes contaminantes derechos de contaminación. A cada agente se le otorgan derechos para un monto determinado; la suma de esos permisos no debe ser mayor que el nivel máximo permisible. Los agentes pueden negociar esos derechos. De esta manera un agente puede contaminar más siempre y cuando le compre desechos a otro agente, que por consiguiente estaría dejando de contaminar y a la vez sería compensado por ello.
Cualquiera de estos instrumentos llevará como resultado algún nivel de contaminación física, aún en el caso en que se logre el "óptimo social".
EL PROBLEMA DE LA VALORACIÓN
Uno de los principales problemas por los que el óptimo privado no coincide con el óptimo social, es el hecho de que con mucha frecuencia no se conoce el valor total de los daños causados (externalidades), ni el valor total de los activos naturales, lo cual debe incluir no solo el valor de uso directo (los cuales son frecuentemente valorados a precios de mercado), sino otro tipo de valores, que pueden estar compuestos por valores de uso indirecto o incluso valores de no uso. El concepto de valor económico total puede presentarse de la siguiente manera:
Valor económico total = valores de uso + valores de no uso
Aparte de la estimación del valor económico total de un ecosistema, la valoración también nos permite comparar los costos y beneficios de múltiples decisiones. Así por ejemplo, las técnicas de valoración permiten comparar los beneficios provenientes de la generación de empleo e ingresos de una planta procesadora de café con los costos generados por concepto de contaminación de aguas; o los beneficios obtenidos mediante la recreación en una zona natural con los costos relacionados con el deterioro que esa zona puede sufrir por su uso indiscriminado.
Con la valoración de los recursos naturales y el medio ambiente, se pueden hacer comparaciones entre costos y beneficios de los diferentes usos alternativos que se le den a los recursos, o de las externalidades que se generan en los procesos de producción o consumo. Este paso es fundamental para la aplicación de instrumentos que pretendan la internalización de las externalidades. Aún en los casos en que se apliquen estas técnicas de valoración, existen daños irreversibles que no se podrán reponer. En este sentido, es importante la definición de estándares físicos que condicionen cualquier decisión, independientemente de cualquier resultado de la valoración económica. El principio de que "es mejor prevenir que lamentar", o dicho de otra manera, es mejor prevenir el daño que curarlo, sigue siendo el mejor principio a aplicar.
No todos los individuos son iguales en el análisis costo-beneficio. La demanda efectiva de los compradores se basa en la disponibilidad a pagar y esta última está fuertemente condicionada por la capacidad de pago. En este sentido, las preferencias de quienes tienen mayor capacidad de pago pesan más que las de aquellos con menor capacidad. Algunos autores, como Boyce (1992), argumentan que los resultados del mundo real están fuertemente influidos por el poder relativo de los ganadores y perdedores, es decir, que si los ganadores son poderosos comparados con las víctimas, se tendrá como resultado que los niveles de contaminación serán mayores a los óptimos sociales. También se argumenta que aún cuando existan razones para la intervención gubernamental en función de reducir la contaminación ambiental, la misma estará dirigida a favorecer los intereses de grupos poderosos. Esto es lo que Boyce denomina, una regla de decisión social condicionada por el poder, lo cual significa que entre mayor sea la desigualdad entre riqueza y poder, mayores serán el grado y costo social de la degradación ambiental.
Las valoraciones monetarias también se ven condicionadas por el poder. El principio orientador de estas valoraciones monetarias es la disponibilidad a pagar (o alternativamente, la disponibilidad a ser compensado), la cual está condicionada por la capacidad a pagar (o alternativamente, por la situación inicial en que se encuentre el individuo en la escala de distribución del ingreso). Esta situación no es más que el reflejo del poder económico o la distribución inicial del ingreso.
No cabe duda de que existen ganadores y perdedores de la insostenibilidad. Tampoco puede negarse que el paso de la insostenibilidad a la sostenibilidad cambiará la distribución de las pérdidas y ganancias entre los diferentes agentes, con el agravante de que tratándose de fenómenos ambientales, en la mayoría de los casos los ganadores con la sostenibilidad (y por ende, los perdedores con la insostenibilidad) son las generaciones futuras, las cuales no están presentes para participar en la negociación, o para indicar cuáles son sus preferencias en relación con el disfrute de bienes y servicios que les pertenecen.
REFERENCIAS
- Barton, D. (1995). Valoración parcial de alternativas de manejo para los humedales de Térraba-Sierpe, Costa Rica. Tesis para optar al grado de Máster en Política Económica con Mención en Desarrollo Sostenible y Economía Ecológica. Maestría en Política Económica, Universidad Nacional.
- Boyce, J. (1992). La degradación ambiental y la economía: hacia una economía política del desarrollo sostenible. Ponencia presentada en el Seminario "El Impacto de la Política Económica en el Desarrollo Sostenible del Sector Agroalimentario", celebrado en el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), San José, Noviembre de 1992.
- Colby, M. (1991). La Administración Ambiental en el Desarrollo: Evolución de los Paradigmas. En Trimestre Económico, Vol.18, pp.231.
- Pearce, D. W. y R. K. Turner (1995). Economía de los Recursos Naturales y el Medio Ambiente. Traducción al español por Colegio de Economistas de Madrid. Celeste Ediciones.